
Ya comentamos, en entregas anteriores, sobre el debate entre la música católica y sus nuevas formas de presentación. Ahora, en esta entrega, buscaremos entender al individuo… al músico católico. Es cierto que tenemos varias posturas del… ¿Cómo debe ser el músico católico? Muchos pensamos que este músico debe tener una actitud reflexiva, cordial, siempre dispuesto a la escucha, colaborativo y dispuesto a servir, no solo en la liturgia eucarística sino también, en cuanta actividad religiosa se le ocurra al sacerdote o la feligresía.
Estas cualidades son interesantes y de hecho, las llegamos a encontrar en muchos de los que sirven en nuestras capillas musicales, pero ¿te has detenido a preguntarle a ese músico cómo se ve a sí mismo? Hicimos una encuesta a cerca de 100 músicos de todo el mundo para tener una respuesta global de la mirada de este músico.
Del servicio al espectáculo
Encontramos que ciertamente existe un número interesantes de músicos (o ejecutantes de la capilla musical) que se ven a sí mismo como servidores del altar. A tal grado que existe una especie de voto de pobreza entre los mismos para el servicio de la capilla musical. Esto nos llevó a indagar el por qué de esta mirada en particular concluimos que, por ser un servicio que inicialmente, en nuestra Iglesia católica, fue ejercido por sacerdotes, monjes y religiosos, todos tenían en común varios aspectos a destacar como el voto de pobreza, la actitud misionera, el celibato (lo que implica que no tienen responsabilidades familiares), y eran adjuntos a una parroquia u orden religioso que cubrirán sus necesidades económicas básicas (a saber gastos mínimos de alimentación, comida y cobijo).
Mas, ¿por qué esta mirada es importante?
Dice el apóstol San Pablo en 1ra de Corintios 7, 32 “El que no tiene mujer se preocupa de las cosas del Señor, buscando cómo agradar al Señor. En cambio, el que tiene mujer se preocupa de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su mujer, y así su corazón está dividido”. Es esta la razón que somete a muchos practicantes de la música católica a ejercer este servicio con cierta complejidad. Si partimos del hecho de que hace siglos esta práctica (la musical) estuvo ligada al servicio sacerdotal, es fácil comprender las pretensiones que hoy por hoy tenemos sobre cómo debe ser la actitud del músico dentro nuestra Iglesia. Si a esto le sumamos que, esto no viene solo desde que existe el cristianismo sino que data del antiguo testamento (Léase el libro de Levítico y todo lo relacionado a la tribu de Leví), entonces resulta más engorroso el tema.
La Tribu de Leví
Los levitas eran los descendientes de Leví, quienes fueron escogidos divinamente por Dios, debido al celo que mostraban hacia él. (Ex. 32, 26-29). Si leemos el libro de Crónicas encontraremos como David organizó el ministerio musical de los Levitas. Para asegurarse que no haya confusión o conflicto entre el ministerio de sacrificios de los sacerdotes y el ministerio de la música de los Levitas, David delineó cuidadosamente la posición, rango, y campo de acción de los músicos (1 Crónicas 23, 25-31). Quedando el ministerio de la música subordinado a los sacerdotes. La naturaleza del ministerio de los músicos está descrita gráficamente en 1 Crónicas 23, 30-31: “Tenían que estar presentes todas las mañanas y todas las tardes para celebrar y alabar a Yahveh y para ofrecer todos los holocaustos a Yahveh en los sábados, novilunios y solemnidades, según su número y su rito especial, delante de Yahveh para siempre.”
Como vemos, hasta ahora la palabra nos va perfilando características importantes sobre el músico católico. Un servidor, que inició en su práctica como sacerdote consagrado, célibe con oportunidad de prestar dedicación plena a su servicio, con voto de pobreza y un servicio funcional, en koinonía con el protagonista, la eucaristía y, por otro lado, la realidad actual, nos desvela una comunidad de laicos que prestan su carismas como músicos al servicio del altar, y que lidian con diversos conflictos: el conflicto de su rol dentro de la parroquia y su rol dentro de su Iglesia doméstica (su familia); el conflicto entre un mundo que te invita a vivir de tu trabajo y un corazón que anhela vivir únicamente de su servicio; el conflicto consigo mismo, el que experimentamos todos los cristianos, entre el “ser” y el “donarse”
En este sentido, la respuesta a esta pregunta ¿Vocación, profesión o servicio? digamos está en construcción, y me gustaría que puedan meditar un poco sobre ello hasta nuestra próxima entrega, donde seguiremos profundizando en este tema. Pero sin duda, hermano, si esta pregunta atormenta a tu corazón es porque estás en el buen camino el de la búsqueda para agradar a Dios con tu carisma.

Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde Venezuela
Raúl Jimz
-Este artículo esta publicado en el boletín digital, número 31, que corresponde al mes de Junio de 2022.