
La versión de 1950 de King Solomon’s Mines, protagonizada por Stewart Granger y Deborah Kerr, es considerada una de las adaptaciones más emblemáticas de la novela de H. Rider Haggard. Producida por MGM y filmada en diversos países africanos como Uganda, Kenia y el Congo Belga, la cinta ganó los premios Óscar a Mejor Fotografía en color y Mejor Montaje, además de recibir una nominación a Mejor Película.
Allan Quatermain (Stewart Granger), un cazador y guía del África de 1897, acepta acompañar a Elizabeth Curtis (Deborah Kerr) y su hermano John Goode (Richard Carlson) en una expedición para encontrar al esposo desaparecido de Elizabeth, quien buscaba las legendarias minas del rey Salomón. Se une al grupo un enigmático hombre local llamado Umbopa, cuyo destino está ligado al de una tribu oprimida. El romance entre Quatermain y Elizabeth fluye lentamente, mientras la acción visual –fieras salvajes, tribus y paisajes agrestes– domina gran parte del metraje.
Originalmente se pensó en Errol Flynn para el papel de Allan Quatermain, pero rechazó la oferta porque implicaba dormir en tiendas de campaña en África. Finalmente fue Stewart Granger quien asumió el rol y catapultó su carrera.
La escena de estampida de elefantes filmada en África se perdió y tuvo que volver a grabarse en Hollywood con un elefante entrenado. Muchas de las escenas del desierto fueron rodadas en Nuevo México, no en África. Eva Monley, que comenzó como asistente en esta producción, se convertiría en una reconocida supervisora de locaciones para filmes africanos.
La cinematografía de Robert Surtees, que ganó el Óscar, usó únicamente reflectores para iluminar escenas en la jungla debido a la dificultad de transportar generadores a locaciones tan remotas. El montaje de Ralph E. Winters y Conrad A. Nervig también fue premiado, logrando un equilibrio entre la espectacularidad natural y la narración dramática.
Aunque muchos elogian el aspecto visual, algunos críticos consideran que la historia tiene poco desarrollo. El Ace Black Blog señala que la película sobresale como espectáculo safari, aunque adolece de argumento sólido. Otro sitio de crítica, Ruthless Reviews, afirma que durante casi toda la película no se ve una mina ni se menciona al rey Salomón.
Aun así, La Minas del rey Salomón (1950) se mantiene como un clásico del cine de aventuras. Su mezcla de romance, paisajes impactantes y acción exótica dejó una huella en el género, marcando el rumbo para muchas producciones posteriores. Su influencia en el imaginario cinematográfico es innegable.

Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde España
Jorge José López
-Este artículo está publicado en el boletín digital, número 69, que corresponde al mes de agosto de 2025.