En 1837 no se había inventado aún – claro está- la radio. Pero sí en cambio hacía sus primeros ensayos de transmisión de información a distancia uno de sus precursores remotos: el telégrafo. Mediante pequeños impulsos eléctricos y mediante un código de señales, este complejo aparatejo compuesto de madera, hilos de cobre, pequeñas bobinas generadoras y una rudimentaria tecla que con su golpeteo – o sin el – producía los impulsos que luego el receptor decodificaría e interpretaría para traducirlos al lenguaje y comprender el mensaje emitido.
Fue el telégrafo allá a mediados del siglo XIX un verdadero invento revolucionario propio de los tiempos del progreso científico y técnico que campeaban en el mundo de entonces. En unos pocos años a partir de sus primeros modelos, no solamente se perfeccionarían los modelos y se harían mucho más precisas las formas de comunicarse, sino que verdaderamente el mundo adquiriría para siempre el verdadero carácter de “aldea global”.
A partir de entonces, toda noticia podría ser comunicada y conocida “cablegráficamente” desde los extremos del mundo y “a distancia”, sin necesidad de comunicarla personalmente o mediante una carta física de papel. Nacía de alguna forma la comunicación a distancia, que – inclusive – en pocos años atravesaría los océanos con los cables submarinos (que aún hoy, aunque de fibra óptica, siguen existiendo y cumpliendo idénticas funciones)
Pero no hemos venido aquí a realizar una historia del telégrafo.
La coincidencia del año 1837 que hemos elegido para abordar en nuestra columna de hoy vincula en la referida fecha el nacimiento del telégrafo con la llegada a tierras “orientales” (República Oriental del Uruguay) en aquel mismo año ´37de toda una generación de jóvenes intelectuales, políticos y pensadores argentinos que viéndose obligados a emigrar de su país de origen en aquellos años de gobierno autoritario y despótico presidido por el entonces Brigadier Gral. Juan Manuel de Rosas (la Argentina NO tenía aún una Constitución Nacional sancionada) – por el hecho de no pensar lo mismo que la ideología dominante federal rosista de entonces que – además – se traducía en interminables guerras civiles, persecuciones políticas de opositores o libre pensadores, matanzas y asesinatos por doquier de cuanto posible enemigo político resultara así considerado o recayera sobre el tal “sambenito”, significaba una sentencia de muerte segura… o el exilio.
Denomínese a aquella generación de jóvenes pensadores que buscaron refugio en la vecina República del Uruguay precisamente “generación del 37”: habían debido huir al Uruguay perseguidos políticamente, a riesgo de sus vidas, y lograron formar “en la otra banda del río de la plata” un grupo de pensadores (Bartolomé Mitre, Juan B. Alberdi, los hermanos Varela entre tantos otros) que aún opositores al régimen rosista, propagaban a través de la prensa escrita sus ideas de libertad y oposición al régimen imperante en ARGENTINA, al que cuestionaban.
En el próximo número continuare con esta historia…
Hasta nuestra próxima proyección radial.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde Argentina
Julio Roberto Montaron
Este artículo esta publicado en el boletín digital, número 37, que corresponde al mes de Diciembre de 2022.