Queridos -y ahora, confundidos- lectores este reflexivo director comienza esta editorial con una pregunta que seguramente ha dejado pensando a más de uno. Pero, Sr. Director: “Yo sé quién soy, ¿cómo va a preguntar semejante obviedad?”. Bueno, como reza el saber popular “hay de todo en la viña del Señor” incluyendo directores profundos y este es el caso.
En la vida de toda persona es muy probable que llegue un momento de inflexión (ruptura de pareja, quedarse sin trabajo, abandonar todo para empezar algo nuevo, etc) donde, normalmente, se nos presentan dos escenarios: el primero, donde el individuo envuelto en una vorágine de sentimientos encimados -digamos- bien conocido como “desesperación” trata de hacer los mil y un malabares para continuar con su apresurada vida dejando atrás ese momento, tal vez revelador, que la vida le presenta frente a sus narices. Por otro lado, cuando debemos enfrentar ese momento -correcto, eso no lo decidimos nosotros- podemos tomarlo a nuestro favor y poner en práctica el famoso “parate y pensá” que, otrora, solían decirme durante mis más tierna edad en la escuela.
La pregunta es: ¿A que viene toda esta introducción? No parece tener algún sentido con el título, ¿Será que este ya maduro director está perdiendo algún tornillo?
El hilo de esta editorial -aunque desprolija- continúa por así. Vivimos vidas muy aceleradas y, normalmente, no nos dedicamos tiempo para detenernos y mirar a nuestro alrededor y, lo que es más importante, mirar nuestro interior. Se nos presentan estos puntos de inflexión recién mencionados para darnos la oportunidad de conocernos mejor a nosotros mismos.
¿Por qué digo esto? Si uno puede abstraerse, aunque sea por un momento de la velocidad en la que vida y más, cuando está atravesando una situación complicada que genera una dosis extra de ansiedad, descubriría muchas cosas que ha dejado olvidadas en un rincón del corazón y ya tienen telas de arañas y polvo encima.
Me explico, uno siempre preocupado -y ocupado- por sobrevivir en esta realidad se olvida quien es, hace lo que debe hacer y ya. No hay tiempo de hurgar en nuestro interior y descubrir -o re-descubrir- quienes somos, que nos hace feliz, que nos completa. Para eso están estos famosos momento de inflexión, que vestidos de súper villanos, nos vienen a dar una oportunidad para conocernos mejor.
Puede parecer una tontería pero muchas veces volver a encontrar nuestra esencia y seguirla nos va a llevar directamente y sin escalas a completarnos. Es encontrar el motorcito para llegar a cumplir nuestra finalidad aquí, es volver a sentirnos llenos y, lo que es más importante, volver a encontrar la motivación. El ser humano no se mueve por voluntad, se mueve por motivación. Eso debemos perseguir y el resto viene por añadidura.
No quiero hacer más larga este encuentro mensual con Uds., mis fieles lectores, pero si instarlos a aprovechar los momentos para hacer introspección, conocernos un poco más y encontrar nuestra motivación.
Recuerden que tenemos la obligación de ser felices y sentirnos completos.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde Argentina
Ignacio Bucsinszky
Este artículo esta publicado en el boletín digital, número 44, que corresponde al mes de Julio de 2023.