
El cine de aventuras es, sin duda, uno de los géneros más populares. Cada año, nuevas películas llegan a la gran pantalla, muchas de ellas repitiendo historias conocidas con el propósito de ofrecer una visión diferente o simplemente para captar la atención del público. Un caso emblemático es el de “Robin Hood”, cuya leyenda ha sido adaptada en numerosas ocasiones. Sin embargo, ninguna versión ha logrado capturar su esencia como lo hizo la de 1938.
A lo largo de los años, grandes actores han encarnado a Robin de Locksley, desde Russell Crowe hasta Kevin Costner. Pero, con todo respeto para ellos, mi preferido sigue siendo Errol Flynn. Su interpretación no solo se ajusta a la imagen que muchos tenemos del héroe, sino que transmite el espíritu de aventura que define este relato. Para quienes crecimos en los años 90 y descubrimos “Robin Hood” a través de la versión animada de Disney, esta película es la que más se asemeja a la historia que imaginamos.
Más allá del guion, el cine de aquella época tenía un encanto especial. Las películas eran más vibrantes, más auténticas, y “Las aventuras de Robin Hood” se beneficia enormemente del uso del Technicolor, que realza su estética y la convierte en una obra visualmente cautivadora.
La historia de Robin Hood ha sido contada innumerables veces, pero pocos desconocen sus hazañas. Lo que me pregunto es si las nuevas generaciones son conscientes de la existencia de este clásico. Para mí, cada vez que veo una película como esta, siento que redescubro algo nuevo, algo que muchas producciones actuales han perdido. Películas como esta no deberían quedar en el olvido; al contrario, merecen ser recordadas con más fuerza que cualquier adaptación moderna.
Gran parte del mérito recae en el propio Errol Flynn, quien encarna a Robin Hood con el carisma, la picardía y la valentía que esperamos del personaje. Su vestuario, con el icónico gorro y el traje verde, refuerza esa imagen legendaria. En contraste, la versión de Ridley Scott de 2010 nunca terminó de convencerme. Su tono sombrío y la falta de fidelidad a la figura clásica de Robin Hood hicieron que me resultara un producto más comercial que auténtico.
Otro punto a destacar es la interpretación de Olivia de Havilland, quien ya había demostrado su talento en “Lo que el viento se llevó”. Su serenidad y elegancia dan vida a un personaje que complementa a la perfección la energía arrolladora de Flynn. En cuanto a Basil Rathbone y Claude Rains, no estaba tan familiarizado con su trabajo, pero después de verlos aquí, sin duda merecen un lugar en mi lista de actores clásicos a seguir.
No hace falta decirlo: recomiendo esta película sin reservas. Para mí, es la mejor versión de “Robin Hood”, la más fiel a su esencia y la más entretenida. Es un clásico que no debe perderse en el tiempo, aunque sigan surgiendo nuevas adaptaciones, esta seguirá siendo la referencia definitiva.
Equipo de Redacción
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Desde España
Jorge José López
-Este artículo está publicado en el boletín digital, número 64, que corresponde al mes de marzo de 2025.