¿Vale la pena lo que hacés? Es una pregunta que muchas personas, a lo largo de mi carrera como comunicador social, me han hecho. Si vale o no todo lo que hago y para qué. Preguntas, cuestionamientos que te hacen repensar si realmente, en estos 40 años dedicados “ad honorem” a este hermoso ejercicio de comunicar, todo este esfuerzo es válido en el mundo actual, en la realidad que viven las personas hoy, inmersas en sus problemas —como todos—, pero que encuentran una vía de escape por medio de las redes sociales, algunos o la mayoría para evadirse de todas sus preocupaciones, y pierden horas viendo videos, uno tras otro, que les dibujan una sonrisa en los labios.
Y usted, que me lee, se pregunta: “¿está mal? No es muy distinto a lo que vos hacés hace 40 años: perder el tiempo en comunicar contenidos que no le importan a nadie”. Y debo reconocer que tiene razón, es lo mismo, sí; la diferencia es que intento comunicar contenido de valor, algo que esos videos no hacen.
Me he planteado muchas veces dejar todo, terminar de una vez con esto, ya que realmente no sabemos qué llegada tenemos con el público, si existe un público al que le interese, que lea nuestros artículos o escuche nuestros programas de radio (“El Alfa y la Omega”, “El PELADO Investiga…”) o vea y se suscriba a nuestros canales de YouTube “El PELADO Investiga” o los recientes canales, uno específicamente catequético “Temas de Fe”, con solo 15 suscriptores, y el otro dedicado al remake “Al Filo del Abismo”, donde solo se han suscrito 45 personas. Y pensás en todo ese esfuerzo realizado, las horas dedicadas a producir, corregir, diseñar, editar y todo lo que puedan imaginar, y sí, el resultado es demoledor: cero respuestas por parte de las personas. Enviás “newsletters”, compartís en grupos de WhatsApp, posteás en los diferentes Instagram de La Productora y sus respectivos perfiles o solicitás a los conocidos algo totalmente inútil, porque sabés que no van a postearlo ni compartirlo, pero siempre tenés la esperanza de que sí lo harán.
Aunque a veces quiero negarlo, mi esposa muchas veces me ha dicho —y tiene razón—: “Es tu proyecto, Alfred, al resto no le importa. No les interesa ayudarte, no les importa, sabiendo que necesitás con premura la monetización en los canales para que te ingrese dinero. Las personas son muy egoístas, sobre todo el católico; es muy indiferente a la realidad del otro, solo mira su ombligo y nada más. Siempre van a ponerte excusas, siempre: que no pueden, que están locos por el trabajo, que no tienen tiempo… y después ves posteos de otras cosas en sus redes o estados, y eso te amarga por dentro”. Y por lo bajo, mordiéndome los labios, le doy la razón.
Esta “bitácora” de hoy, digamos que no es muy esperanzadora, pero saben los que me conocen que no puedo ser hipócrita ni mentir. Esta es la realidad que vive La Productora, que vivo como generador de contenidos, una gran indiferencia hacia todo lo que producimos, hacemos y proponemos. Ni hablar de la Red de Radios Católicas, ya que de 150 emisoras solo cuatro responden; del resto no sabés si realmente les importa o no.
Como creador digital, como productor de radio, guionista o escritor, te arrebata las ganas de seguir. Ni hablar de que alguien se digne a comprarte un libro: seguro terminan comprando cualquier otro, pero el que he escrito, seguro que no. Y entonces vuelvo a esa pregunta que siempre me hacen: ¿vale la pena lo que hacés?
A esta altura de las circunstancias, no lo sé…

Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde España
Alfredo Musante Martínez
-Este artículo está publicado en el boletín digital, número 72 que corresponde al mes de noviembre de 2025.
