
Saludos mis queridos lectores que mes a mes nos reunimos gracias a esta editorial. Cuando alguien tiene un día “especial”, se programa que será un gran día, desde que abre los ojos, se dibuja una sonrisa en los labios, se levanta con actitud, si es creyente ese día no pide nada a Dios, sino que se levanta agradeciendo: ¡GRACIAS DIOS POR ESTE MARAVILLOSO DÍA! Incluso TODOS nos sumamos a que esa persona pase un día increíble. Por poner algunos ejemplos sí sé que alguien cumple años, ese día le paso un mensaje, la llamo, si me es posible le compro un detalle, y pongo mi grano de arena para que su día sea hermoso.
Cuando una señorita cumple sus XV años, la familia viaja de lejos, amigos mandan mensajes y ella pasa contestando mensajes hermosos en sus redes sociales y ese día es casi como un pase especial de felicidad, porque ese día todo tiene que salir perfecto. Otro ejemplo buenísimo son las bodas, incluso muchos mandan en su mensaje frases como: “disfruta este que es TU día, es único en vida, no se vuelve a repetir”, pero entonces, ¿será que hay otros días que si se vuelven a repetir?
En esos días especiales tratamos de no dar malas noticias, si hay algún problema, tratamos de buscarle solución antes que el problema llegue a oídos de la novia o de la cumpleañera, y si es inevitable que la persona se entere, empezamos diciendo un “disculpa por darte esta noticia hoy” ¿por qué? Porque queremos que ese día el pase de maravilla…
¿Se imaginan si tuviéramos esa actitud cada día? Tratar de hacerle pasar a la otra persona su mejor día sin motivo especial, despertarme con tanta fe que hoy la voy a pasar increíble y que todo va a fluir. Abrir mis ojos y agradecer a Dios por despertar. Levantarme con la actitud de hacer que mi familia, compañeros y amigos no reciban de mi parte una mala noticia, un mal gesto ni darles problemas, para no echarles a perder su día.
El día del padre nos preguntan que queremos hacer, a dónde queremos ir, el día de la madre impedimos que mamá haga limpieza o que cocine algo, los hijos chicos se ponen de acuerdo para no pelear ese día y los hijos grandes, hacen todo el esfuerzo de ir a visitar a su papá o su mamá.
Claro que es bueno tener esos días para reconocer de manera especial a nuestros padres, la boda, la graduación, el cumpleaños, es totalmente válido y no hay nada que nos impida festejar en la vida, pero lo que deberíamos es normalizar que hoy, sea el día que sea, hoy es un gran día. Que hoy tengo el derecho a ser feliz y que se respete mi felicidad, que hoy quiero hacer feliz a los demás y hacerles pasar un bello día. Si todos viviéramos con esa actitud, ¿se imaginan la calidad de vida que tendríamos? ¿el mundo en que viviríamos? Y todo por entender que todos los días son especiales y hoy… hoy también.
Ánimo.
Nunca dejes de soñar.

Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde México
José Luis Hernández
-Este artículo está publicado en el boletín digital, número 70, que corresponde al mes de septiembre de 2025.