Saludos amigos lectores. Ya iniciamos tiempo de cuaresma. Un tiempo llamado fuerte en la Iglesia por todo lo que nos invita a hacer y lo que nos mueve. Son cuarenta días en que nos damos la oportunidad de reflexionar sobre nuestro actuar, tanto en lo personal como en lo social. En mi relación con Dios y también en mi relación con mi prójimo. Muchos se preguntan sobre la necesidad de la oración, de la reflexión. Muchos dan por hecho que todo está bien o en algunos casos ya decidieron lanzarse a la queja, pero sin hacer nada por mejorar el mundo que tenemos.
Muchos siguen preguntándose si es necesario este tipo de momentos que la Iglesia nos invita a vivir. La Iglesia de antes era perseguida, juzgada, tenían que esconderse y celebrar las misas y los sacramentos a escondidas, pero ¿Y la Iglesia actual? ¿Qué tan lejos estamos de eso? Ya es muy común ver en noticias más seguidas asesinatos de sacerdotes en varios países, incluso en algunos que no son “peligrosos” o que son mayoritariamente católicos como México y son casos que no son investigados y quedan en la total impunidad.
Vemos el caso del obispo de Nicaragua encarcelado por defender a su pueblo y querer quedarse con ellos. Ver como los templos son los principales puntos de agresión en las manifestaciones de los que encabezan las marchas en pro de las ideologías que defienden a las mujeres que son agredidas, a los hombres y mujeres que son señalados por sus preferencias sexuales, lo curioso es que nunca se ha visto que vayan contra los burdeles donde sí se explota a la mujer, no se manifiestan en los antros donde se exhibe y se comercializa con el cuerpo de hombres y mujeres, donde muchos están amenazados, drogados y prácticamente esclavizados.
Sin embargo, los templos y la Iglesia siempre han estado orando, ayudando económicamente a hombres y mujeres en muchas partes del mundo a salir de sus situaciones tan difíciles, organizando grupos de ayuda para estos sectores vulnerables. No me ha tocado escuchar ni ver manifestaciones en las disqueras que promocionan música que falta al valor y al respeto de las mujeres, donde en los videos musicales se les exhibe y usa como atractivo visual y donde las letras de las canciones son una completa falta de respeto. Entonces ¿podemos quedarnos tan tranquilos en esta cuaresma? ¿Soy yo con mi silencio cómplice de este deterioro social? ¿Qué puedo hacer o qué quiero hacer? La fe sin obras es muerta dice san Pablo.
Es hora de actuar, de hacer algo, de poner manos a la obra, de unirnos como Iglesia, como personas que aman la vida, que aman la familia, que aman la libertad. No es quedarme con lo que los medios me cuentan, con lo que las redes me dicen, es ir a caminar, es ir a tender la mano, es ir a abrir caminos y tender puentes que nos sirvan a volvernos a encontrar. El mundo actual, la política actual nos invitan a dividirnos… y lo han logrado. Volvamos los ojos a Dios, volvamos a invitarlo a nuestras vidas, seamos valientes y reconozcamos que lo necesitamos, que sin El no somos nada. Esta cuaresma tenemos mucho por qué orar, por que reflexionar y por qué enrollarnos las mangas y ponernos a trabajar, para que, al llegar la pascua, nuestra alegría sea grande, tan grande como la luz de Cristo vivo.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde México
José Luis Hernández
-Este artículo esta publicado en el boletín digital, número 40, que corresponde al mes de Marzo de 2023.