Saludos amigos lectores. Un saludo grande y alegre en este tiempo que estamos ya por iniciar: el tiempo de la Pascua. Ya pasamos la cuaresma, esos 40 días donde Jesús nos llevó al desierto de nuestro interior, donde nos enfrentamos a nuestros propios de demonios y a nuestras propias tentaciones, (cada quien tiene su desierto), pero también Jesús nos llevó a un pozo de agua que el “que beba agua de ese pozo nunca más tendrá sed”, y luego pasamos al estanque de Siloé a lavarnos de nuestra ceguera: la ceguera espiritual, la ceguera de la empatía, la ceguera de la soberbia, entre muchas otras… y así poder abrir los ojos a un mundo mejor, lleno de amor, esperanza y fe.
Al final de todo esto, nos invita a pasar junto a Jesús por su pasión y su muerte, y aunque son momentos tristes y dolorosos, la cosa no queda ahí. Pues la historia de Jesús no termina con la muerte en la cruz. Pascua significa “paso” y en este caso es ese paso de la muerte a la vida eterna, esa vida que de la cual Jesús nos vino a mostrar y a anunciar que para los que creemos en Él, la historia no termina acá, sino que vamos a gozar de esa vida eterna a Su lado.
Pero y la Pascua, ¿cómo la celebro?, ¿cómo la vivo? O mejor dicho: ¿la celebro y la vivo? ¿Participo de la mayor fiesta del cristianismo y me lleno de la alegría de la resurrección? En varias zonas es aún normal escuchar el saludo de “felices pascuas de resurrección”, pero tristemente ya es un saludo cada vez menos regular, sobre todo entre los jóvenes. No le echemos toda la culpa a ellos, nosotros, padres de familia, ¿vamos con la familia a vivir los servicios de Semana Santa?, ¿participo en las misas especiales, procesiones, y demás actividades que la parroquia organiza?
Si el niño y el joven no ven a sus padres vivir la fe, es casi imposible que ellos se acerquen a la Iglesia, (de la que muchos por cierto ya pertenecen por la gracia del bautismo, pero nunca más los llevaron a misa), no fallaron los jóvenes, fallamos los papás y los padrinos que no cumplimos con eso que prometimos el día del bautizo: acercar a nuestros hijos y ahijados a la Iglesia para que vayan aprendiendo del catecismo, no podemos amar lo que no conocemos.
Seamos buenos cristianos y vivamos con alegría la pascua, pasemos de la muerte del pecado a la vida eterna, pasemos de la tristeza a la alegría, de la envidia a la amistad, de la tristeza a la sonrisa, del odio al perdón, de la guerra a la paz y así junto a Cristo, haciendo equipo con Él, podremos ir creando un mundo mejor.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde México
José Luis Hernández
-Este artículo esta publicado en el boletín digital, número 41, que corresponde al mes de Abril de 2023.