Una vez más este generoso director quiere regalarle a su más fieles lectores un simple borrador con algunas líneas bosquejadas pero con mucho contenido reflexivo. Es una sana costumbre de quien suscribe llevarlos a practicar un poco las artes de la introspección y, en silencio, escuchar su corazón y ver su alma. El Director está muy profundo hoy, ¡y con motivos!
El título de esta editorial ya deja entrever de qué va la historia. Quiero charlar con ustedes sobre las decisiones. -“Pero Señor Director, decisiones tomamos constantemente en el devenir de cada día, ¿Que tiene de especial?”-. Bueno mis impacientes seguidores, vamos a ello…
Si bien es cierto que tomamos decisiones a lo largo del día, también podemos estar de acuerdo que son decisiones más bien efímeras que no causan un gran impacto en nuestras vidas, es decir, una docena o media no le hace la diferencia a nadie. Yo quiero invitarlos a reflexionar -este Director no pierde la costumbre- sobre decisiones más profundas y que, de alguna manera, puedan tener el poder de torcer nuestro destino.
Este “animarse a elegir” lleva detrás suyo una gran carga de miedo, coraje, responsabilidad, una pizca de locura y, preferentemente y según el caso, un plan. Claro está que una decisión amorosa no necesita de un plan sino de dos almas que quieran abrazarse y recorrer un camino de rosas juntos pero, en la otra mano, tenemos decisiones de tipo laboral, geográfica -mudanzas- o que tengan que ver con algún negocio, etc. que requieren de otros ingredientes.
A donde quiero llegar es a la profundidad de la toma de la decisión y tomar la responsabilidad de dicho paso dado. Ahí, en ese punto los invito a reflexionar. Hay decisiones que realmente nos pueden cambiar la vida, por ejemplo, comenzar un nuevo camino fuera del país -por tomar un ejemplo cercano- donde el comienzo puede ser difícil, triste y al mismo tiempo lleno de entusiasmo y adrenalina. Vamos más profundo.
Esto implica dejar todo lo conocido, lo seguro, los afectos y el saber manejarse para ponérsela bien complicada en todos los sentidos prácticamente pero, ¿donde está la verdadera magia? Justamente ahí, en torcer nuestro destino, nuestro futuro para generar uno distinto con la idea de tener, en este caso, una mejor calidad de vida o cumplir un sueño o un proyecto. Acá, querido lector, es donde el contacto con nuestro corazón se hace más tangible y se genera la valentía para el cambio.
Con los afectos pasa lo mismo, supongamos otro corazón con quien sentimos afinidad que luego se transforma en un amor de a dos en su estado más puro. Tomar la decisión de dejar de lado nuestro egoísmo, nuestra rutina para con nosotros mismos y comenzar un camino juntos es un cambio radical de vida y, vaya si torcemos nuestro destino. Es un llegar acompañado al cumplimiento de nuestros proyectos y, a la vez, acompañar el proyecto del otro. Otro acto de gran amor, compromiso y valentía.
Servidor se tiene que contener para no transformar esta humilde editorial en un artículo de varias páginas. Por el momento los quiero dejar con esta reflexión y animarlos a generar ese cambio mediante esa decisión que hace rato da vueltas en la cabeza. Dicen por ahí que la vida es una sola y está ahí para vivirla, pueden estar a un segundo de cambiar sus vidas.
Para cerrar esta editorial y como este escritor es un animal de costumbre quiero decirles que no se olviden que tenemos la obligación de ser felices y que el primer paso para ello es apagar la TV y escucharnos a nosotros mismos. Ya sabemos todo lo que necesitamos saber…
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde Argentina
Ignacio Bucsinszky
Este artículo esta publicado en el boletín digital, número 46, que corresponde al mes de Septiembre de 2023.