El tema del aborto en la agenda política de muchos países ha sido una constante en los últimos años. Muchos de los que contienden para ocupar un puesto en campo de la política, no dejan de aprovechar esta oportunidad para poderse hacer notar en cuanto a lo que esté de moda, es decir, si hay que apoyar el aborto, se declaran defensores de los supuestos derechos que la mujer tiene sobre su cuerpo. Si lo del momento es defender la vida desde su concepción hasta la muerte natural del ser humano, entonces de colocan en ese lado del problema. Esto acarrea una serie de discusiones que, lamentablemente, no llevan a ningún lado. Se crean o se anulan leyes de la noche a la mañana, sin importar el daño que se haga a la sociedad. Lamentablemente las mujeres son las más perjudicadas, dado que, son ellas a las que se usan como conejillo de laboratorio y como objeto de discusión política.
En el fondo del asunto, a nadie le importa el salvaguardar la integridad de la mujer. En la mayoría de los casos donde una mujer que se somete a un aborto, se viene el arrepentimiento y el dolor por haber cometido un acto que moralmente fue inaceptable. Ahora debe lidiar con el cargo de conciencia, que muchas veces trata de mitigar a través de la adquisición de un vicio. Se ha demostrado que en alto número de mujeres que se drogan, se alcoholizan y se prostituyen, han atravesado por un aborto. Es en este punto en que todos aquellos movimientos proabortistas, se esfuman, ya no abren sus puertas para apoyar a este tipo de mujeres que habiendo sentido apoyadas por una supuesta ley, por instituciones gubernamentales, ahora les cierran las puertas y las abandonan sin darles el acompañamiento psicológico, terapéutico o espiritual que necesitan para poder sobrellevar esa experiencia que tan atroz.
Por tanto, se hace indispensable que como sociedad desarrollemos un mayor sentido de responsabilidad social y moral con la mujer, que sigue siendo sobajada, pisoteada y vulnerada en sus derechos y obligaciones. En muchos ambientes sociales, políticos y culturales, siguen siendo una simple decoración que no se le es tomada en cuenta para legislar sobre ella. La mayoría de las leyes siguen siendo propuestas y aprobadas por los hombres. Esto implica que se legisla sobre ellas sin considerar su opinión en la ejecución de o derogación de muchas de esas leyes que, al final de cuentas no favorecen a nadie. Se destinan recursos humanos y económicos que no coadyuvan de ningún modo a la mujer. Al contrario, se les sigue usando y vulnerando al placer de los que ostentan el poder, dejando de lado el respecto a la dignidad de la mujer.
Ad Jesum Per Mariam
“Donde Dios está”, el demonio no tiene cabida
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde EE.UU.
P. Alberto Colín-Marín
-Este artículo está publicado en el boletín digital, número 54, que corresponde al mes de Mayo de 2024.