
Saludos mis muy queridos lectores. Hace unos días hice un video para subir a mis redes sociales (que los invito a seguirme en ellas también) sobre la felicidad y lo relativa que es, y tuve muy buenas e interesantes respuestas, tanto públicas como por mensaje privado. En ese video hablaba que el ser humano es un buscador incansable, siempre buscamos algo: progreso, estabilidad económica, reconocimiento social, amor, etc. Y en medio de todo eso la palabra clave: FELICIDAD.
Grandes filósofos llegaron a esa conclusión. Aristóteles, por ejemplo, dijo: “La felicidad se alcanza a través de la práctica de las virtudes (justicia, valentía, etc.) y el ejercicio de la razón”. Kant dijo: “La felicidad es un ideal de la razón, pero su búsqueda depende de la voluntad individual”. En asuntos de fe, la Iglesia enseña “la felicidad no se define por circunstancias externas o placeres temporales, sino por una relación profunda con Dios y el cumplimiento de su voluntad.”
Lo cierto es que todos queremos ser felices.
Lo curioso es que siempre necesitamos un parámetro, un punto de comparación y entonces agarramos a alguien para compararnos: mi carro es más nuevo que el de mi vecino, pero mi hermano tiene uno mejor que yo; mi casa es más chica que la de mi amigo, pero la mía es más bonita; tengo mejor posición económica que mi hermano, pero aun lo logro estar al nivel de mi mejor amigo. Y todas estas comparaciones nos van quedando claro, y aunque perdamos somos conscientes de ello porque las pruebas son obvias: ¡no puedo pretender que mi carro modelo 95 sea más nuevo que le carro de mi cuñada modelo 2022!
Pero en el caso de la felicidad, es algo tan subjetivo que es imposible decirle a alguien “yo soy más feliz que vos”, incluso hasta puede resultar ofensivo, arrogante y egocéntrico el decirlo. Para una persona la felicidad podría definirla como tener mucho dinero y conocer muchos países. Para otra persona, la felicidad podría ser vivir cerca de una playa silenciosa y ver la puesta del sol todos los días. Otros encontrarán la felicidad en ver que sus hijos son personas de bien y que todos los sacrificios que se hicieron por ellos valieron la pena y otros serán felices disfrutando la soledad que libremente eligieron. El punto es que la felicidad no es un molde, no es la mismo para todos, lo que sí es igual es que todos buscamos ser felices. Y llegamos al punto crítico del escrito:
¿sos feliz? ¿sabes que te hace feliz? ¿qué estás haciendo hoy para lograr ser feliz?
Lo que, si es totalmente cierto y concuerdan en ello todas las fuentes, es que la felicidad es un trabajo personal y no podemos esperar a que alguien llegue a hacernos feliz. La felicidad depende exclusivamente de mí, mi relación con la fe, con la sociedad, con los valores inculcados y aunque estamos claros que la felicidad en este mundo son instantes, no es algo perdurable, esos instantes si puedo trabajar para que sean cada vez más seguidos y esto lo logro tomando las decisiones correctas, desde mi corazón y con total madurez, pero para lograr esto debe conocerme, pasar rato conmigo mismo y saber con sinceridad qué me gusta, qué quiero y cómo lo quiero lograr.
Un querido sacerdote amigo tiene una frase que dice “sé feliz, es gratis”. Pues vamos conociéndonos a nosotros mismos para descubrirnos y poder hacernos esa pregunta que muchos llevamos años evitando ¿realmente soy feliz?
Ánimo.
Nunca dejes de soñar.

Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde México
José Luis Hernández
-Este artículo está publicado en el boletín digital, número 68, que corresponde al mes de julio de 2025.