
Hoy me toca escribir desde el alma, con el peso de la nostalgia en cada palabra. Me duele despedir a un amigo, a un compañero de camino, alguien que supo conjugar como nadie la música, la fe y el humor. Ahora, Carlos Seoane sigue cantando y contando historias, pero en el cielo, junto a otro grande, Juan Carlos Pisano.
Lo conocí gracias a mi amistad con Pisano, en 2009, en la calidez de su hogar. Me habían invitado a un encuentro para catequistas en Buenos Aires, donde tenía a cargo un taller de comunicación. Fue entre cafés, mates y facturas que compartí mis primeras conversaciones con Carlitos, mientras él preparaba su taller de música y evangelización. Desde ese primer encuentro, supe que su arte tenía una chispa especial.
Quedamos en contacto, y en 2010 lo invité a participar en el radioteatro “El viaje que cambió al mundo”. Junto a Kiki Troia, venían de hacer “Humor de Incienso”, un programa en el que mezclaban canciones, personajes y un humor entrañable. No podía dejarlos fuera de este nuevo proyecto. Así, Carlitos encarnó a su inolvidable y naif “Fray Jarana”, con esos chistes inocentes que traían sonrisas sin esfuerzo.
Fue entonces cuando me sumergí en su trayectoria, de la mano de Pisano. Descubrí sus discos y entendí su magia: hacer reír y reflexionar al mismo tiempo. “¡Por el Humor de Dios!” fue su primer disco, grabado en vivo en la Parroquia San Jorge de Lanús Este en 2000. Un trabajo donde Seoane & Pisano demostraban que la fe y la alegría iban de la mano. Luego vendría “Nuestro amigo Jesús”, un disco para niños con cuentos profundos como “Aprender a compartir”, “Marisol” y “Sin palabras”, narrados por Pisano y musicalizados por Carlitos.
Tuve el honor de ser testigo de “Humor de los Humores”, grabado en 2001 en Buenos Aires. Aquí su puesta en escena rozó la perfección, con canciones inolvidables como “Negativa Negada”, “Siempre el amor vencerá” y la conmovedora “Cantata al Gran Tata”. En 2002 lanzaron “¡Qué bien se está aquí!”, donde nuevamente nos invitaban a reflexionar, con el talento de músicos como Kiki Troia y Héctor Ruiz. Cada producción suya era un tesoro de fe y arte.
En 2004, con “Con la gracia de Dios”, Seoane & Pisano entregaron un trabajo meticuloso. Las narraciones de Pisano, las canciones de Carlitos y la participación de figuras como Martín Valverde y Daniel Poli lo convirtieron en una obra inolvidable. A lo largo de su carrera, Carlos dejó una discografía abundante: “Grito del corazón”, “Buscándote en vivo”, “Ceferino, el lirio de Chimpay”, “Madre Nuestra” y muchos más, cada uno con su sello inconfundible.
Pero si hay un trabajo que quiero destacar, es “Cartas-canciones inspiradas en textos de San Pablo“, nacido en 2009 en conmemoración del bimilenario del apóstol. Junto a Kiki Troia, Carlos musicalizó mensajes de San Pablo con una sensibilidad única. “El amor todo lo puede”, “Oren sin cesar” y “Todo lo puedo en Él” son solo algunas de las joyas que nos regaló.
En los últimos tiempos, Carlitos nos brindaba su pódcast “Buen Día”, donde dejaba cuentos y reflexiones para empezar cada jornada con una sonrisa. Aunque su voz se haya apagado, nos queda su legado inmenso, su música, sus enseñanzas, su humor. Quiero cerrar con las palabras de su amigo, el Pbro. Alejandro José Puiggari, en la dedicatoria de su libro “Gratitud, un tesoro en tus manos”:
“Carlos Seoane, padre, esposo, hermano… Comunicador, catequista, cantautor… Alguien que supo hacer del humor y la música un puente hacia Dios, un comunicador nato que nos mostró que en el centro de nuestra fe está Jesús y su Pascua.”
Carlos se nos fue, pero dejó una huella imborrable. Queda su risa, su voz, sus canciones. Queda su manera única de evangelizar. Y queda en nosotros la tarea de seguir recordándolo, de seguir cantando y sonriendo, como a él le hubiera gustado.

Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde España
Alfredo Musante
-Este artículo esta publicado en el boletín digital, número 29, que corresponde al mes de Abril de 2022.