Saludos mis queridos lectores. Reciban un abrazo sincero. Llegamos a una de las épocas más esperada por grandes y chicos. Fechas especiales donde las familias se reúnen, las personas viajan grandes distancias con el fin de pasar un rato en familia, ver a sus seres queridos, de compartir unos pocos días y con ese amor recibido y entregado, recargar batería que nos dure otros 11 meses, hasta que nos volvamos a encontrar. Hay algo especial en el aire en esta época que nos llena siempre de paz y esperanza, andamos más alegres y optimistas. Y bueno, obviamente estoy hablando de la navidad. Es una fecha, que para creyentes y no creyentes es especial. El 24 de diciembre nos reunimos alrededor de la mesa, reímos, cantamos, compartimos, nos abrazamos y nos deseamos esa feliz navidad…
El 25 de diciembre en la mañana se respira un aroma diferente, es algo hermoso y hasta mágico si me permiten usar esta expresión. Amanecemos con una dosis de optimismo increíble. El sol brilla diferente, hay una sensación de paz en el aire, puede ser que me levanto temprano ese día y aun todos están durmiendo, pero esas primeras horas del día son un regalo de paz. Los niños queriendo abrir los regalos y los adultos reviviendo en la alegría de esos niños sus propios recuerdos de infancia. Pero poco a poco hemos ido centrando la magia de la navidad en el regalo recibido y entregado. Lograr dar el regalo correcto (que sea el deseado, que el costo “demuestre” el cariño que tengo por esa persona, que venga envuelto o en empacado con la marca de la tienda más importante de la región, etc.).
Hemos ido empobreciendo cada vez más la navidad, reduciendo toda la magia que tiene la fecha a un simple regalo. A los niños los hemos ido acostumbrando a que cada vez los regalos son más en cantidad y más costosos. Cada vez menos damos juegos de mesa que unen a la familia con el pretexto de jugar y compartir y los hemos ido sustituyendo por tecnología que casi siempre los van a usar para jugar solos o en línea, pero ya no en familia. Cada quien, en su dispositivo, en su televisor, en su recámara, pero cada vez menos juntos. ¿Y el cumpleañero? La navidad, es la celebración del nacimiento del Niño Dios, el mayor escándalo de la historia de la humanidad (parafraseando al papa Francisco), y es a quien menos celebramos o recordamos.
Cada vez menos familias ponen sus nacimientos y cada vez más llenamos las casas de hermosos adornos de renos, muñecos de nieve, santa Claus. Cada vez menos villancicos y más ¡JO JO JO! Ahora hasta quieren que se diga “Felices Fiestas” y no “Feliz Navidad”. ¡Pues no! La celebración es un hecho histórico, no es cosa de ser creyente o no, es un hecho tan importante que partió en dos la historia de la humanidad (antes de Cristo y después de Cristo). Celebremos la navidad y celebremos al cumpleañero también, que en Su fiesta no nos olvidemos de agradecerle todo lo recibido durante el año. Que recibamos muchos abrazos y hermosos momentos. Aprovecho para agradecerles el haberme acompañado durante este año y al equipo editorial darme la posibilidad de aportar mi granito de arena a esta revista.
Les deseo a todos una hermosa Navidad, cargada de amor, paz, salud y prosperidad para todos. Dios los siga bendiciendo cada día y que el Niño Dios nazca en cada corazón… ¡Feliz Navidad familia!
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde México
José Luis Hernández
-Este artículo está publicado en el boletín digital, número 61, que corresponde al mes de diciembre de 2024.