
Adiós papa Francisco, con su vida y ejemplo nos ha dejado un legado de amor, respeto y una forma de entender y llevar el mensaje evangelizador en una actualidad tan compleja. Su forma de ser y su coherencia como pastor con olor a oveja, lo llevó a sostener una iglesia cercana, sencilla y humilde, de “puertas abiertas”.
Motivando a todos a fijarse en los más necesitados, en quienes estaban alejados, a quienes por diferentes motivos no se sentían aceptados en un entorno eclesial. Les dio la bienvenida, los acogió invitándolos a seguir el camino; un papa diferente, su manera de dar a conocer el mensaje universal a los rincones de la tierra lo hizo de una forma única. Jorge Mario Bergoglio fue un pionero en muchos aspectos: El primer papa jesuita, el primero originario de América Latina, el primero en residir fuera del Palacio Apostólico… Lo extrañaremos sin duda, a quienes nos agradó su forma de llevar la iglesia, seguro nos va a hacer falta. Mis oraciones por su alma, duele decirle adiós, aunque sabemos que su alma resucitará, es la promesa de nuestra fe.
Ahora nuestra iglesia entra en un proceso para elegir a quien sucederá a Pedro, la incertidumbre no se ha dejado esperar, los medios y las opiniones son diversas, la elección de un nuevo papa siempre genera expectativas positivas y negativas.
Y yo te digo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo». Mateo 16, 19.
Nos despedimos del Santo Padre, júbilo y tristeza, esperanza y paciencia por volvernos a reunir con él en ese cielo prometido, donde nos encontraremos con los que tanto amamos. Por ahora nos quedamos con un enorme vacío, con la resignación que da la muerte, siempre resignación. La vida es corta cuando una persona entrega lo mejor, nunca es suficiente ni demasiado. Así debería ser la vida de todas las personas, con una conciencia de que lo más valioso es el momento presente, buscar los tesoros del cielo y dejar pasar todo aquello que nos crea angustia e infelicidad. No cabe duda que cuando éramos niños la felicidad formaba parte de nuestra realidad, al ir creciendo e ir perdiendo la inocencia, nos dimos cuenta que la maldad abundaba en nuestro entorno y nos percatamos de su presencia en el mundo y entonces todo se volvió complejo.
Tal vez no haya secreto en la vida, simplemente es vivir con esa inocencia, sin dejar espacio a la maldad. El fallecimiento del papa me ha llevado a estas reflexiones donde el bien y el mal se mezclan para darle esa tonalidad a la vida, donde la lucha entre esos dos conceptos es constante y encarnizada. Adiós al papa Francisco, muchos lo vamos a extrañar y lo recordaremos como un líder con un carisma único y una forma de comprender el mensaje del amor de Dios como pocos y algunos otros simplemente esperarán una nueva figura. Cierro esta reflexión que lo único que pretende es buscar la sencillez de la vida.
“Triste cosa es no tener amigos, pero más triste debe ser no tener enemigos, porque quien enemigos no tenga, señal de que no tiene: ni talento que haga sombra, ni valor que le teman, ni honra que le murmuren ni bienes que le codicien, ni cosa buena que le envidien”. Baltasar Gracián.

Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde México
Rafael Salomón
-Este artículo está publicado en el dossier, edición especial, Papa Francisco, suplemento del boletín digital, número 66, que corresponde al mes de mayo de 2025.