
Queridos lectores,
Un nuevo mes comienza y trae consigo nuevas propuestas, desafío y metas. Bueno, en realidad eso podemos proponerlo a cada instante, no olvidar que estamos hechos de las decisiones que tomamos constantemente en la vida, es lo que, de alguna manera, nos forja el camino en el cual estamos inmersos. Yo sé que mis sagaces lectores, cual león asechando su presa, ya advirtieron que este insistente Director los está llevando, como quien no quiere la cosa, por el camino de la reflexión. Debo confesar que me encanta que hagan de la introspección una práctica cada vez más natural en sus vidas. Hablábamos de metas al principio de esta editorial…
A mis fieles y leales lectores, esta editorial que les traigo tiene que ver con algunos aspectos que, podrían caber en la vida de cualquier persona. Este entrometido Director quiero llegar a tocar esa fibra dentro de cada uno de ustedes que, estoy más que seguro, voy a encontrar. Y si, además de llevarlos a la reflexión quiero subir un nivel más en la introspección a la que los invito. Pero Sr. Director, no nos va a dar ni un mes de descanso? ¡Ya van 51 meses haciéndonos reflexionar y ahora esto!
Si. Prosigo.
Les cuento una experiencia que tuve hace muy poco y me viene de perillas para establecer mi punto y la línea de partida para abordar este tema. Cada tanto me invade la nostalgia y, como buen acumulador -cosa que estoy trabajando-, tengo muchas fotografías y una interminable cantidad de medios ópticos (CD, DVD) con tantísima información de antaño. Este informático Director navegaba entre programas de computación ya obsoletos recordando una prometedora carrera afín trunca. El hecho de ver la fecha de creación de los archivos y carpetas que datan de hace, en promedio, 25 años es un “cachetazo” para cualquiera.
Inundado de recuerdos y de un montón de “podría haber sido” me puse a pensar en cuantas cosas en mi vida han quedado así, comenzadas. Que diferente podría haber sido todo con el sólo hecho de tomar el camino de la derecha en vez de tomar el de la izquierda. Somos creaciones de muestras elecciones, no hay duda. Nuestra vida es moldeada de esa manera. A esta altura y sin temor a equivocarme estoy seguro que el lector de estas desprolijas líneas se dio cuenta de que va la cosa. Aquí es donde se une la reflexión y la introspección. Acá es donde los quiero poner a trabajar.
El título, maliciosamente elegido, trata precisamente de esto, de no dejar de lado nuestros sueños, nuestros anhelos, las cosas que nos llenan el alma. No permutarlas por cosas que “se deben” hacer en detrimento de nuestro sentir. El atento lector podría inferir en esta excelsa narrativa llevada adelante por un vanidoso Director con el argumento de que “a veces no hay otro camino que hacer lo que se debe por sobre lo que nos gusta”.
Mi respuesta es un rotundo NO.
Cuando no llenamos nuestra alma, nos vamos muriendo de a poco, quien no pelea muere. Terminamos siendo autómatas tristes y grises. Volviendo al ejemplo presentado más arriba, es un “poner sobre la mesa” cosas que hacen feliz, llenan y que por diversos motivos dejamos de lado.
No se mueran, peleen.
Ese es mi mensaje. Nada más.

Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde Argentina
Ignacio Bucsinszky
Este artículo esta publicado en el boletín digital, número 52, que corresponde al mes de Marzo de 2024.