
Saludos mis muy queridos lectores. Justo estábamos los creyentes celebrando la Pascua del Señor, y sin haber terminado de darle la vuelta a esa página, una nube gris se cruzó en el camino del mundo creyente. Aún estábamos todos con el “¡felices pascuas de resurrección!” en nuestras bocas, cuando la noticia triste corrió dejando fríos a muchos. El calor de la alegría pascual se vio menguado.
El querido papa Francisco había vivido su propia pascua. Reconozco que cada pontífice es escogido por el Espíritu Santo y llega en el momento en que la Iglesia más lo necesita. En mi vivir me han tocado tres papas: San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. San Juan Pablo II, era muy emotivo verlo y escucharlo, tenía un gran carisma, lo veías y te caía bien, era un gran orador. Benedicto XVI fue un tremendo escritor.
Sus escritos con tanta profundidad y sabiduría han quedado para la posteridad de la Iglesia y serán catequesis para muchas generaciones por las riquezas de sus escritos; sin embargo, Francisco era un combo: tan buenos eran sus escritos, como sus homilías escritas, aunque en lo particular, me encantaba cuando en sus homilías o presentaciones en público, dejaba de lado lo que llevaba escrito y empezaba a hablar de su ronco pecho.
Su sentido del humor, su manera abierta, sencilla, cercana y sincera de hablar le ganaron rápidamente el cariño de propios y extraños. Siempre lo vimos humilde, alegre y servicial, tremendamente humano, preocupado siempre por los más pobres, por la casa común, por los jóvenes y los descartados. Nos enseñó que los pastores deben de oler a oveja, pero que la Iglesia debe de ponerse en movimiento.
A los jóvenes los invitó a hacer lío, pero les pidió que no licuaran la fe. A los predicadores nos enseñó que no podemos evangelizar con caras de cementerio y nos recordó que Jesús era callejero, que Jesús no se sentaba a esperar que la gente llegara donde él estaba, sino que era Jesús quien iba a la gente.
Nos recordó que la Iglesia es universal (católica) por lo que hay campo para todos y que el nombre de Dios es “misericordia”.
Trabajó por la paz y la unidad, independientemente de las diferencias culturas, políticas o de credos. Nos recordó que el Evangelio es una alegría y debemos vivir en esa alegría que Cristo nos da.
Hoy sólo me resta decirte GRACIAS FRANCISCO: Gracias porque a pesar de tu problema de rodilla, nos pusiste a toda la Iglesia a caminar, a salir de la comodidad de las parroquias y convertirnos en una Iglesia callejera, Gracias porque a pesar de los problemas respiratorios que tenías, dio bocanadas de aire fresco a muchos, sobre todo a los jóvenes, llenándolos del Soplo del Espíritu Santo para tener oxígeno suficiente para gritar que Jesús Vive. Gracias Francisco por tu carisma, por tu trabajo, por tu humor.
Nunca me hubiera imaginado un papa usando parábolas de futbol y chistes para evangelizar y vos lo hiciste. Buen regreso a la casa del Padre, nos regalaste la última bendición el domingo de pascua y Dios te llamó con un: “¿qué hacés Jorge?, misión cumplida Che, ahora vas a alinear en este otro equipo, llegás justo para el partido de Pascua”.
Dedicado con cariño y respeto a Jorge Mario Bergoglio (Papa Francisco) 1936-2025.
Ánimo.
Nunca dejes de soñar.
José Luis Hernández

Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde México
José Luis Hernández
-Este artículo está publicado en el boletín digital, número 66, que corresponde al mes de mayo de 2025.